Conocemos la fábula del conejo y la tortuga, en la historia, el veloz conejo pierde ante la lenta tortuga.
Durante muchos años y hasta ahora hemos aprendido que SMART era la mejor forma de establecer los objetivos empresariales. Así debían ser eSpecificos, Medibles, Alcanzables, Realistas y con un Tiempo definido.
El método SMART es muy popular, y nos ha traído hasta aquí. Sin embargo ¿es útil en estos momentos?
SMART vs. FAST
Donald Shull del MIT Sloan School of Management y Charles Thames de Strategy Partners LLC, dicen que los Objetivos SMART infravaloran la ambición, ponen el foco en el desempeño del individuo e ignoran la importancia del seguimiento y debate de los objetivos durante su vigencia.
Para ellos la alternativa son los objetivos FAST
F – Frecuentemente debatidos
Los objetivos son revisados y evaluados constantemente
A – Ambiciosos
Los objetivos son difíciles, pero no imposibles de conseguir
S – eSpecíficos
Establecer las métricas y los hitos de tal forma que se puedan visualizar los pasos necesarios y la medida del progreso.
T – Transparentes
Todos en la compañía pueden ver los objetivos de los diferentes equipos
La clave de este modelo es el Feedback
El seguimiento y la evaluación continua de los objetivos ayuda a la corrección y ajuste, si es necesario, y ayuda a conseguirlos.
Martin Reeves, senior partner al BCG apunta que tenemos que pensar en los objetivos de forma contingente, ajustando según el entorno en el que operan las compañías. No hay que olvidar que las compañías aprenden de sus objetivos.
Los objetivos SMART sirven en entornos predecibles y estables, ahora en nuestro entorno VUCA (Volatile, Uncertain, Changeable, Ambiguous) donde el contexto varía con frecuencia, definir los objetivos FAST es una mejor opción.
En realidad, la tortuga no siempre cruza la línea de meta primero. Algunas veces el conejo llega antes.