Teletrabajo y la cultura empresarial, ¿cómo aunarlos?

Para muchas empresas el teletrabajo ha sido la gran solución en estos tiempos de pandemia para no contagiar ni contagiarnos. Los gobiernos han podido enclaustrarnos con más facilidad gracias al gran desarrollo de las tecnologías de la comunicación. Imaginaros qué hubiera sucedido si la pandemia hubiera tenido lugar 15 años antes cuando el boom de la comunicación por internet estaba en sus albores.

Seguramente el confinamiento hubiera sido más suave y la pandemia hubiera durado más tiempo con más enfermos y mortalidad.

Dicho esto, como preámbulo, empezamos a vislumbrar el final de esta pesadilla y la pregunta que hago es ¿y ahora qué? Qué hacemos con el teletrabajo, lo mantenemos como ahora, lo ordenamos y abrimos las oficinas, podremos volver a encontrarnos.

La inercia de la cultura empresarial que muchas organizaciones estaban desplegando antes del confinamiento ha llegado hasta aquí, y ahora ¿Cómo vamos a mantenerla y fomentarla?

Algunos sabios dicen que en el fondo hemos vuelto al origen anterior a la revolución industrial, cuando todos trabajaban desde su casa, incluso por poner un ejemplo, los mancebos de las farmacias dormían en la misma rebotica.

Y ya en la época industrial todavía la gente trabajaba desde sus casas. En Cataluña tenemos un claro ejemplo en el sector textil, y quizás también ahora en según qué lugares del mundo, cuantos telares en domicilios particulares producían los tejidos y luego lo mismo ocurría con la confección. Todo lo que se podía hacer en pequeños talleres domésticos se hacía.

¿Cuán importante era la cultura empresarial con esta forma de proceder? ¿Cómo se podía crear un vínculo y sentido de pertenencia? Todo era individual, no había equipos. La relación era tanto dinero por pieza hecha, y que no falte, y… de la calidad esperada. Los trabajadores eran autónomos, sin conocerse entre ellos, aún apenas, si pertenecían a la misma comunidad. Tampoco las compañías sentían la necesidad de que se conocieran. Los valores y el propósito eran los propios de cada uno sin menoscabo de los que pudiera o no tener la empresa que los subcontrataba.

Ahora estamos en la era del reclamo de una Cultura Empresarial que vincule a los trabajadores y los una a la organización y tengan sentido de pertenencia a ella. Muchos gurús empresariales, están haciendo honores a ello y corroboran que es mucho más asequible conseguir los logros empresariales cuando la organización vive una cultura con gran arraigo.

Y mi pregunta sigue siendo la misma, y ahora ¿qué va a suceder? ¿vamos a mantener este elevado nivel de teletrabajo o vamos a volver a las oficinas? ¿o una combinación de ambos?

Las permanentes y únicas conexiones online son un remedo a la comunicación. La verdadera comunicación tiene lugar cuando las personas se encuentran, el lenguaje verbal y gestual se complementan, la empatía se favorece y se facilita el entendimiento de las personas.

Cuántas veces después de meses y quizás años de relaciones duras de trabajo por teléfono, por ejemplo, entre proveedor y cliente, se suavizaban cuando había la oportunidad de reunir a las personas responsables. En cuanto se reunían y hablaban directamente entre ellos, se conocían y tenían tiempo de explicarse las limitaciones de cada uno en su trabajo y llegaban a comprenderse sin menoscabo de la excelencia en el trabajo requerida. Por supuesto, hacía falta una voluntad para ello.

Les voy a poner un ejemplo personal, recientemente he instalado placas fotovoltaicas en la cubierta de la vivienda, toda la negociación, información, detalles, dudas y problemáticas surgidas han sido respuestas vía email. Ni siquiera una conversación online. El turno de respuesta era aleatorio, nunca respondía la misma persona. En más de una ocasión, hubiera preferido hablar con una persona, que conociera bien mi expediente, y aclarar las dudas y preguntas. Seguramente cada una de las personas que respondían no se encontraban en el mismo lugar, sino que todas trabajaban desde su domicilio. Podía  esperar a que tuvieran reuniones para poner en conocimiento de los demás las demandas de los clientes. Quizás, algunos me llamarán “old fashion”. Dónde haya una conversación entre personas, no hay elementos escritos digitales que la puedan suplir. Apelamos a la eficacia y/o eficiencia cuando comunicamos solamente vía online. Tengo mis dudas si nos atenemos a la necesidad del ser humano de comunicar.

Podemos apurar este ejemplo si pensamos en el “valor para el cliente”, que en el producto/servicio se incluye, también y muy principal, la atención esperada.

Todo lo anterior viene a cuento para conocer qué vamos a hacer con el teletrabajo, en especial, cómo las compañías van a mantener la cultura empresarial en un objetivo y unos valores que favorezcan un vínculo y sentido de pertenencia a la empresa. Y los equipos ¿cómo van a trabajar? ¿cómo se van a tomar las decisiones? Desde luego va a ser otro paradigma con el que habrá que convivir y desarrollar nuevas ideas y herramientas para resolver los retos que aparezcan.

Habrá que procurar que los equipos se reúnan y las personas se conozcan personalmente, establecer las rutinas de comunicación online marcando los límites, algunas como la proliferación de emails con copia infinita que sirven principalmente para decir que: “esto ya te lo había enviado por email” que suena, casi, como una acusación, protegerse y evadir responsabilidades. O te lo había comentado, más de una vez en el pasillo y cogido al vuelo, sin dedicar la atención que debía por estar ocupado en otros temas.

Un buen ritmo de reuniones, diaria, semanal y mensual, alternando las presenciales con las online con video abierto, favorecerán la toma de decisiones, la rendición de cuentas y las responsabilidades individuales de las tareas a realizar y resultados esperados.

Hoy se percibe un agotamiento del uso online, acentuado por la dificultad de moverse y alternar distintos espacios y momentos. Comunicamos online por el trabajo y también con los amigos y familiares. Este agotamiento puede originar una vuelta tumultuosa a las oficinas que se irá amortiguando con el tiempo, habrá que verlo.

La vivencia de la cultura empresarial es mayoritariamente presencial; los valores, el propósito y el objetivo descabellado a largo plazo hay que vivirlos, comentarlos, ser conscientes de ellos en las distintas actividades de la compañía y en la toma de decisiones y todo ello tiene más profundidad cuando es presencial, que favorece un vínculo con las otras personas de la empresa y sentido de pertenencia a un grupo para conseguir algo en este mundo.

Evitemos caer en el individualismo, cada uno en su casa, trabajo y transacción económica sin más relación. Duró lo que duró. En el textil, cuando se pudo subcontratar en otras zonas del mundo con costes más bajos, todo aquel entramado se derrumbó. Cosas de la modernidad, me dirán algunos. Seguramente lo queremos ver así, porque tampoco evolucionó de otra manera. ¿Quién estaba preparado y preparándose para ello? ¿quién pensó que aquello iba a suceder tan repentinamente?

Y así ocurrió en muchos sectores principalmente industriales. Si no alertamos y tomamos medidas también ocurrirá, y pronto, en los nuevos sectores TIC.

Estamos a tiempo, gracias a las comunicaciones, podemos hacer teletrabajo, pero no solamente. No nos olvidemos de conocernos, compartir, vivir una cultura empresarial con valores, propósito y un objetivo descabellado que nos vincule a nuestros colegas y nos fortalezca el sentido de pertenencia a la organización.

Para más información, contactar con:  lluisgras@scaleupbusiness.eu

2 opiniones en “Teletrabajo y la cultura empresarial, ¿cómo aunarlos?”

  1. Una aproximación de Lluis que está basada en la historia y en las necesidades reales de los seres humanos de por un lado poner cara a los otros pero por otro tener flexibilidad para aprovechar mejor su tiempo. Lo que tengo claro es que cualquier ejercicio de descubrimiento o planificación debe tener una fuerte componente presencial

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